Mujeres atléticas antes que delgadas, un nuevo canon igualmente duro.

          Acabo de leer una noticia (si es que semejante asunto puede ser tratado como noticia, aunque este no es foro para criticar el periodismo actual) que dice que “Los hombres ya no prefieren mujeres delgadas”. Más adelante se especifica que, según datos de un portal de citas, cada vez más hombres se interesan por mujeres atléticas y menos por el prototipo de mujer esquelética. Imagino que muchos perciben esta nueva tendencia como algo positivo. ¿Cuántas veces se ha oído que “las mujeres de verdad tienen curvas”? ¿No se alaba constantemente el canon imperante hace años según el cual una mujer debía estar más bien entrada en carnes y se buscaba la voluptuosidad? El deporte está en auge y parece que está imponiéndose poco a poco un nuevo canon de belleza, el de los cuerpos torneados y musculados. Pues no me parece tan positivo, francamente, no en el contexto en que vivimos y del modo en que nuestra sociedad gestiona estos temas.

          Resulta que no todas las mujeres tienen curvas: las hay altas, bajas, delgadas (a algunas incluso les cuesta engordar), rellenitas, con cintura más o menos pronunciada, pechos de todos los tamaños; tampoco todo el mundo puede mantenerse delgado, ni tiene facilidad para el ejercicio. Todas las constituciones pueden resultar hermosas y cualquier persona tiene derecho a sentirse a gusto con lo que ha obtenido del sorteo genético. De acuerdo, quizá ahora estamos evolucionando hacia un canon físicamente más sano que de la extrema delgadez, pero psicológicamente puede ser igualmente destructivo, por no hablar de las locuras que pueden hacer algunos con tal de lograr un cuerpo sano a toda costa, incluso de su salud. Señores, no se trata de cambiar el modelo sino de mitigar la imposición que hacemos a las personas de verdad para seguirlo. Siempre que haya una idealización de la belleza, no importa cuál sea, este resultará dañino si detrás hay una sociedad obsesiva que nos convierte en meros objetos sexuales.  Lo realmente importante no cambiará, y igualmente habrá personas insatisfechas, gente mutilándose con operaciones, trastornos de la alimentación, sometimiento de emociones profundas a valores superficiales.

          Antiguamente, cuando la comida era un lujo, se preferían cuerpos rechonchos; luego se adoraban las curvas, Hace algunas décadas empezó a idolatrarse la delgadez extrema y se ha llevado hasta límites insanos. Ahora está de moda estar atlético, pero no todo el mundo tiene tiempo para hacer tanto deporte como para reflejarlo en su cuerpo, ni todo el mundo fibra con la misma facilidad. ¿Es que ahora habrá que pasar tres horas diarias en el gimnasio, cambiar la alimentación, tomar proteínas y batidos, castigarse para conseguir o mantener este cuerpo tan difícil de lograr? ¿No es igual torturarse con ejercicio y cambiar la nutrición, sustancias para muscular y otras drogas, operaciones que pasar hambre, usar laxantes y machacarse con ejercicios de cardio para adelgazar? Pensándolo, esta nueva tendencia me parece igual o más dura que la anterior. Si se hace como se ha hecho con la delgadez, cada vez se exigirá una apariencia atlética más extrema; la gente que no pueda cumplir con estos estándares seguirá acomplejada y los que lo consigan se pueden obsesionar por mantenerlo a toda costa.
 

El mismo perro con distinto collar, nada ha cambiado, y al final seguimos empujados a buscar un ideal, una abstracción que nos esclaviza y nos desconecta de nosotros mismos. Se trata de buscar la salud física y mental, no de llevar al extremo imposiciones absurdas. Lo peor de todo es que se logran de manera tan sutil que cuesta huir de ellas. No hay nada más poderoso que aquello que no se explicita y queda asumido como lo natural por la sociedad.





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Escribir correctamente, ¿un valor anticuado?


​Textos poco cuidados

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No es inusual hallar faltas de ortografía en textos publicitarios, catálogos, cartas formales, textos corporativos de empresas o manuales. Al contrario, es triste admitir que cuando un texto es correcto y bien estructurado, llama la atención. En muchos otros casos no hay errores pero el estilo es torpe y las estructuras simples, las ideas mal conducidas, poca coherencia estructural y llenos de inconsistencias en la elección del tono, el registro, etc.; la gran mayoría de textos que leo en mi vida cotidiana está mal puntuada y con una estructura de mil demonios, qué decir de los emails (profesionales y personales), participaciones en blogs o comentarios en foros de internet, artículos y textos divulgativos en la red. Si hablamos de carteles públicos, tampoco encontramos mucho rigor, y si nos fijamos en mensajería instantánea estamos ante el apocalipsis lingüístico. Incluso en textos periodísticos (orales y escritos) encontramos meteduras de pata que ponen los pelos de punta.

Todos nos equivocamos, incluso los que ponemos más atención a la lengua tenemos lapsus o cometemos en errores, tampoco hablo de perseguir y apuntar con saña los fallos ajenos, ni flagelarse ante las propias incorrecciones. Tampoco busco una postura elitista ante la lengua, creedme que no, y perdonad si en algún momento lo parece. Lo que no deja de sorprenderme es el pasotismo general cuando se trata de escribir. Gente culta, mucha de ella con carreras universitarias ( ¡algunas no tan alejadas de las humanidades!), catedráticos de universidad, personas con cargos de responsabilidad en empresas, políticos y periodistas, gente de todo tipo Podría poner muchos ejemplos que he observado recientemente: un gabinete de psicólogos que repartía un cuestionario lleno de faltas de ortografía, apuntes de un catedrático de ciencias de una prestigiosa universidad que facilitaba a sus alumnos material académico que apenas se comprende por lo mal redactado que está, hay muchos escritos de empresas multinacionales prestigiosas plagados de incorrecciones e incongruencias, etc. Peor aún, he visto maestros de primaria escribiendo textos penosos sin poner el menor cuidado en en ellos y en el ejemplo que dan a los niños. Alguna gente así lleva años enseñando a las nuevas generaciones, ¿qué se puede esperar de un contexto como este?

Casi nadie se avergüenza de escribir con faltas de ortografía y muy pocos consultan los diccionarios o las gramáticas ante las dudas. Cuando, de Pascuas a Ramos, alguien me consulta un tema en calidad de filóloga, lloro de emoción. En la mayoría de casos, estas dudas no aparecen  porque, ¿para qué preocuparse por algo que no es importante? ¿Quién se hace guiones previos para sus escritos, se preocupa de que las ideas estén bien conectadas y la puntuación sea correcta? Muy pocos.

Como decía antes, lo que me tiene perpleja no es el hecho de que haya errores, sino que la mayoría de personas no considere importante esmerarse en la expresión. Todo se aprende y se mejora, escribir bien no es algo innato sino un trabajo (tampoco demasiado duro) que se realiza a diario.

Un puñado de frikis trasnochados 



Hoy en día, los que nos preocupamos por la corrección lingüística somos, no ya una minoría, sino unos raros, se nos ha colgado el cartel de frikis. Puntillosos y maniáticos que se preocupan por cosas que no son relevantes; de acuerdo, nadie nos dice a la cara que no son importantes pero con su comportamiento se ve que les importa un pimiento. Lo noto en su actitud, pero sobre todo lo noto en el simple hecho de que la calidad de los escritos es pésima. Sin duda, pretender escribir bien es una manía con la que muchos son condescendientes, otros sencillamente la ignoran, pero en cualquier caso resulta extravagante y anticuada, poco práctica.

Escribir bien, para la mayoría de hablantes, no solo no es importante, sino que además se percibe una pérdida de tiempo. Les diría que, si se acostumbraran a escribir con un poco más de mimo, se expresarían mejor sin tener que realizar un esfuerzo extraordinario. Si uno sale a correr todos los días una hora, no e ahoga cuando tiene que apurar para subirse al autobús. Si se mantiene una casa ordenada, no es necesario que pegarse una paliza el sábado para que esté decente cuando lleguen las visitas.

No a todo el mundo le interesa lo mismo ni tiene las mismas escalas de valores, y por supuesto no espero que el mundo entero se desviva por las cuestiones lingüísticas de la forma en que a mí me apasionan, como a mí no me interesan muchos otros temas; solo desearía que se cumplieran unos mínimos que faciliten la comunicación y una inclinación a cuidar más la comunicación. Al final se trata de eso, de ponérselo fácil al lector, de ser más eficientes en nuestro propósito comunicativo. No olvidemos que, al margen de lo que nos interese u ocupe, todo debe hacerse a mediante la lengua, herramienta que construye nuestra realidad y nos permite desarrollar cualquier otra faceta del conocimiento.


Aceptar que el mundo cambia


No estoy diciendo que la gente no se preocupe por sus discursos, solo señalo que la corrección normativa no está precisamente en auge. En cambio, sí procuran introducir tecnicismos y neologismos (startup, stalker, running, feedback, nerd, geeks) y palabras rimbombantes, o términos que se ponen de moda (selfie, resiliencia, ahora suenan mucho). Emplear estas palabras sí aporta prestigio, de la misma manera que resulta interesante estar familiarizados con nuevos conceptos en redes sociales y estar informados de las últimas expresiones o juegos de palabras que están de moda. Interesa mucho más saber pronunciar correctamente palabras inglesas o apellidos extranjeros que escribir nuestro propio idioma con precisión. Es una cuestión de prestigio social que se ha implantado de forma tácita, casi inconsciente, ya que nadie afirma abiertamente estas cuestiones.

Intento analizar la cuestión sin acritud, aceptar que mis valores no están en consonancia con los que imperan en estos tiempos y tratar de no juzgarlos. Me cuesta, se me retuercen las vísceras y me sangran los ojos cuando veo ciertas agramaticalidades; aunque suene exagerado, sufro en ante algunas muestras de el pasotismo, pero también lo comprendo. El cambio de actitud respecto al lenguaje no es un hecho aislado, en los últimos años se han producido una serie de cambios en diversos ámbitos que demuestran que estamos ante una auténtica revolución: la globalización que las nuevas tecnologías traen bajo el brazo, han transformado nuestra manera de hablar, de viajar, de relacionarnos y  de percibir la realidad. Algunos cambios se han producido tan rápido pero de forma tan profunda que han arraigado en nosotros sin que podamos asimilarlos y tomar conciencia de ellos. Realmente, no es necesario comprender, la realidad se impone y punto, el mundo evoluciona y adapta sus valores culturales, proceso del que la comunicación y la escritura no quedan exentos.

En este proceso de aceptación,  intento analizar por qué ocurre este fenómeno. En mi opinión, estos son los factores más determinantes:

Democratización de la escritura. En el primer mundo, todo ciudadano tiene acceso a la escolarización. Antiguamente, leer y escribir era un privilegio vedado a la mayoría, pero ahora la alfabetización ya no es distintivo de clase. Me ha dado la sensación de que en países donde todavía hay desigualdades más acusadas en este aspecto, la gente con dinero se esmera más en dejar patente su nivel cultural. Hoy en día, en cambio, lo que sí nos distingue es el acceso y el conocimiento de la tecnología, la información y una serie de vertientes cosmopolitas, y en eso sí hay orgullo a la hora de exhibir los recursos y el bagaje de cada uno.

Prima la inmediatez sobre la calidad. Vivimos en un mundo en el que la velocidad y la simultaneidad son clave, se impone lo breve e inmediato sobre las ideas desarrolladas y meditadas, ni siquiera el rigor es tan importante como el vértigo que causa la retransmisión en directo de cualquier cosa. No solo en los medios de comunicación, también en nuestra vida privada retransmitida de forma frenética en las redes sociales. Es un ritmo histérico en el que  las noticias son titulares, la vida se mueve en la redes sociales que están en continua ebullición, la gente cita frases en lugar de leer libros. Todo rápido, caduco, en permanente transformación, lo importante es seguir la vertiginosa dinámica de nuestra sociedad, no detenerse en encontrar calidad. Evidentemente, el discurso se ve degradado en pos de la velocidad, y vemos que el rigor y veracidad quedan relegados por el impacto y la supuesta espontaneidad, el resultado es un lenguaje escueto y poco riguroso, lleno de ambigüedades y en muchas ocasiones poco efectivo.

Los modelos lingüísticos. Se consume menos literatura y manuales especializados, pero se lee más que nunca gracias a todo lo que tenemos a nuestro alcance en internet. La gente obtiene información a través de redes sociales, blogs, foros, etc. Sus modelos textuales están empobrecidos y por ello su capacidad de escritura es mucho menos rica. Ganamos en otras cuestiones, no pretendo juzgarlo, pero en riqueza comunicativa salimos perdiendo.

Mal enfoque de la lengua en los planes de estudios. Sinceramente creo que el sistema de escolarización y algunos profesores (¡afortunadamente no todos!) contribuyen a que la lengua se perciba como algo tedioso, lleno de normas y sin un sentido práctico. No comparto los enfoques prescriptivos tanto en lingüística como en docencia, y estoy segura de que si se enseñara de forma más dinámica y ajustada a los intereses reales del alumnado se conseguiría educar a ciudadanos con una competencia lingüística mucho más rica.


Apología del texto cuidado


De acuerdo,  me resigno a que hoy en día la corrección lingüística no sea algo prestigioso en nuestra sociedad. Aun así,  quiero argumentar por qué considero que sí vale la pena esmerarse un poco:

Facilitar la comunicación. El motivo por el que la Academia de la lengua quiso unificar la ortografía y la puntuación era mejorar la comunicación entre los hablantes, simplificar una tarea intrínsecamente complicada, relegar al hablante de la responsabilidad de pensar y disipar dudas. Un texto bien escrito se comprende mejor, es más efectivo en su propósito y permite ahorrar tiempo. Esta es la verdadera razón por la que una norma lingüística tiene sentido.

Respeto por quien nos lee. Esto puede resultar polémico, pero lo sostengo.  Igual que existe una cortesía social que nos enseña que hay que saludar, pedir las cosas por favor, usar el tono de voz adecuado, ir aseados, mantener unos modales en la mesa, etc., también escribir bien es una muestra de consideración hacia quien nos lee. No se nos ocurre ir a una reunión social o al trabajo con una camiseta llena de lamparones, ¿verdad? Para mí una falta de ortografía es como una mancha en la camisa: si accidentalmente ocurre no pasa nada pero mientras esté en mi mano lo evitaré. Es una convención social con un alto grado de arbitrariedad, pero, ¿acaso no lo son casi todos los patrones culturales que seguimos? No son absolutos y podemos vivir sin ellos pero en cierta medida facilitan y regulan la convivencia.

Demostrar conocimiento y rigor. Ya que tenemos la suerte de acceder a una educación,
demostremos, al menos en situaciones formales y convencionales, que conocemos la norma. Igual que nos atenemos a los protocolos sociales, y que en contextos como trabajo o entornos sociales de poca confianza la mayoría de nosotros nos esforzamos por presentarnos como personas razonables, en quien se puede confiar, que conocemos mínimamente el funcionamiento del mundo y poseemos una cultura general, ¿por qué no demostrar también que sabemos escribir? ¿No le daría vergüenza a muchos equivocarse en una operación matemática básica como dos por ocho o errar diciendo cuál es la capital de Portugal?


Escribir bien, una actitud más que una meta



Insisto en no darle un rasgo elitista al hecho de escribir bien, porque la perfección no existe, solamente es un ideal al que aspiramos. Se trata más de la intención que del resultado, una predisposición de buenas intenciones que está al alcance de cualquiera. Comprendo también que las circunstancias actuales y los valores que imperan lleven a relegar la corrección lingüística a un segundo o tercer plano, pero no puedo evitar que me pese. Me confieso una anticuada, pero le tengo cariño a mi manía y por eso he escrito este artículo a modo de reflexión y terapia.

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La felicidad no tiene fórmulas ni atajos: la trampa de la autoayuda

Una vida llena de presiones e incertidumbres

Saber qué queremos puede ser difícil, especialmente para los que hemos nacido en un entorno con tantas oportunidades y posibilidades a nuestro alcance. Hijos de la abundancia, con tantos recursos y tantas opciones y demasiado a menudo paralizados ante el sobrecogimiento y a veces el miedo. ¿Miedo a qué? Se supone que con tantas opciones todo está a nuestro alcance, que si no lo logramos es porque no lo hemos intentado con suficiente determinación.

A veces resulta difícil responder a las expectativas que da miedo fallar, incluso nos olvidamos de si lo que queremos lo hemos elegido o nos lo han inculcado a base de tanta repetición; otras, nos sentimos bombardeados con tanta presión (bienintencionada, pero igualmente dañina) que nos bloqueamos y no sabemos hacia dónde caminar.


La luz al final del túnel... o no


Hay muchos vídeos motivadores en la red mostrando gente en condiciones durísimas que logran sobreponerse y finalmente lograr metas mucho más ambiciosas que gente que aparentemente no tenía dichos impedimentos. Lo último que quiero es restarle mérito a esta gente, tienen todo mi respeto y admiración. Pero creo que en su caso ha habido una selección natural: como no basta con una fuerza de voluntad media, o sobresalen mucho o se hunden, por eso muchos de ellos han llegado tan lejos.
 
Mientras vemos esos vídeos, parece admirable que, habiendo gente con este empeño y energía, condicionantes físicos y de salud serios, situaciones personales insostenibles, golpes de mala suerte, etc, y que ha podido salir adelante sea de  podido salir adelante y por momentos se nos contagia el optimismo. Comparando con sus estados de partida, resulta ridículo que haya depresiones, ansiedad, trastornos de la alimentación, fobias, etc. entre gente corriente. Parece que con un par de pensamientos sencillos, algunos modelos adecuados y poco más podamos encontrar la receta de la felicidad. Insisto en no querer restarle valor a sus testimonios, pero ni la felicidad es una receta ni está en los vídeos, conferencias o

libros de autoayuda.


Felicidad sin recetas


La felicidad es algo más complejo que cuatro directrices y un firme propósito y no cabe en una fórmula. Pero estos discursos nos hacen creer que sí. Por instantes, parece que podemos comernos el mundo, pero luego chocamos con las viejas dinámicas y la cruda realidad, y nos sentimos flojos, más frustrados que antes. Se refuerza ese sentimiento de que lo que nos ocurre es culpa nuestra ya que, si la felicidad es tan sencilla, si no lo soy es porque hago algunas cosas realmente mal. En mi opinión, esa es la trampa de estos discursos sencillotes, que solo dan generalidades, que resumen en dos frases elementos complicados, cuestiones más arraigadas a sentimientos profundos y no siempre conscientes. No digo que la felicidad no sea posible, tampoco que no debamos alabar y pensar en esta gente tan admirable. Pero para cambiar nuestras vidas faltan más cosas que dos sonrisas y cuatro propósitos semanales.


La vida es complicada y los seres humanos también. También somos capaces de crear belleza y sentimientos hermosos, pero nunca con una base fácil, y mucho menos rápida. En un mundo de la inmediatez, también queremos encargar la felicidad como quien pide comida rápida y eso no es posible. Una vida complicada exige, por fuerza, una solución complicada. Fuera tópicos, fuera recetas, y viva el autoconocimiento, el trabajo diario, las contradicciones, los altibajos, como la vida misma.

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Algunos falsos anglicismos



Falsos anglicismos



Es mejor hacer running que ir a correr; las opiniones e impresiones ya no cuentan, solamente nos importa el feedback; cool es siempre mucho más interesante y lo fashion va mucho más allá de una simple moda, algo parecido con los foodies, que han desterrado de una vez por todas a los simples gourmets. En las escuelas ya no hay acoso, pero desgraciadamente el bullying va en aumento de forma espeluznante, y lo mismo en las empresas, solo que ahora que se llama mobbing parece que nos preocupa más. La lista de ejemplos es inagotable, y es que cada vez hablamos más spanglish. Lo digo sin ningún tipo de alarma ni ánimo de crítica, es un hecho contrastado, me limito a señalar un hecho evidente para cualquier hablante. Tampoco me gusta juzgar los nuevos fenómenos lingüisticos, ya que la comunicación es algo vivo que no puede encauzarse a capricho. Si fuera una planta, no se parecería en nada a un jardín cuidado y recortado, sino que sería más bien una selva que se expande sin mesura ni contención.

 ¿Quién no usa palabras o expresiones inglesas hablando español? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.  Todos, incluso aquellos que no tienen ni papa de inglés, las usamos. Palabras sueltas, frases, incluso adaptaciones cómicas del inglés. En nuestra vida diaria, la publicidad, etc., encontramos este fenómeno constantemente y no solo en las comunidades bilingües; los puristas podrían calificarlo de plaga, los que somos más relajados sencillamente observamos el fenómeno con curiosidad. Debido al prestigio y poder que tiene la cultura angloamericana, y a través de las redes sociales, el cine, la publicidad, su presencia en las empresas, la tecnología, el hecho de que se haya convertido en una lengua franca, y muchos otros factores, es inevitable que penetren en nuestra cultura y nuestro modo de hablar. 
 

Sin embargo, es gracioso ver que algunos supuestos neologismos son invenciones del español, son los llamados falsos anglicismos. No existen en la lengua de Shakespeare o se emplean con un significado totalmente diferente. Algunos son transparentes, pero otros pueden llevarnos a confusión. No hay nada malo en usarlo, pero puede ser interesante saber cuáles son, especialmente para no meter la gamba cuando queramos hablar inglés.



Footing

Lo recoge el DRAE y, hasta hace dos días, cuando estalló la moda del running (es decir, que todo el mundo se echó a correr de golpe), era la palabra que la gente usaba en español para correr.

La lógica es aplastante:
[foot=pie] + [-ing=práctica de un deporte].

Pues no, en inglés toda la vida se ha dicho jogging, y si le hablamos a un extranjero de ‘footing’ pondrá la misma cara que si le hablamos de chirigotas.

Puenting

Esta es especialmente graciosa ya que a una palabra Española, ‘puente’, se le ha añadido una terminación –ing y a correr. Vamos, que nos lo inventamos y nos quedamos tan panching.

En inglés es bungee jumping, y como se comprobó en la tragedia

Parking

De nuevo la tendencia a que cualquier cosa puede llevar –ing detrás y ya es inglés

En inglés existe la palabra park, que significa ‘estacionar’, y parking es su gerundio. El lugar en sí se conoce como car park.

Autoestop
 
La misma deducción que en los casos anteriores, con poner un término inglés ya nos suena mejor que si lo decimos en castellano viejuno. El DRAE recoge autoestop, con e protética y todo, que se note que la pronunciación castiza es ‘estop’.

[auto=coche] + [stop=parar]

La expresión usada en inglés es hitchhike. Por cierto, si queréis que os recojan en oro país informaos de cuál es el gesto utilizado pues, aunque en la mayoría de países es habitual colocar el pulgar hacia arriba, en algunos lugares emplean otros gestos.

Lifting

Un caso más de la larga lista de ings inventados por los hispanohablantes. Si en inglés decimos lifting sin más, no van a entendernos; la expresión correcta es face-lift.

Crack

“Fulanito es un crack en las mates” y frases similares están en boca de todos. Efectivamente, la palabra crack viene del inglés pero en esa lengua solamente la usan con el significado de ‘grieta’ o para referirse a determinada droga.

Para decir que alguien es extraordinariamente bueno en algo dicen champion, star, ace o whiz, entre otras opciones.

Freaky
 
Probablemente uno de los neologismos que han llegado con más fuerza a nuestra lengua. Lo usamos para referirnos a gente un poco rara o muy obsesionados con un tema en particular. Aunque puede ser peyorativo, muchas veces se usa de forma neutra o con sentido del humor, sin que nadie se ofenda si lo llaman freaky de algo que lo apasiona, más bien al contrario. El término adecuado en inglés sería nerd o geek. 

En inglés existe freaky pero se emplea para referirse a cosas raras no solamente en el sentido de insólito sino también desagradables, además es un insulto y no debemos utilizarlo a la ligera. Otra acepción común en inglés es la de rareza sexual.

Smoking


Derivado de smoke, “humo” o “fumar”, solamente se usa en inglés para referirse al tabaco, pero nunca para el traje formal de hombre. En ese caso usan tuxedo.




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La Porta del Cel, próximo reto montañero


Vacaciones de este año


Este año no hay Camino de Santiago, por falta de tiempo y por otras circunstancias, pero eso no significa que no vaya a tener mi dosis de evasión y regreso a la vida austera del mochilero. Duras jornadas de caminata, refugios poco lujosos, horarios inflexibles, pero mucho contacto con la naturaleza y con uno mismo, el reto mental y la libertad de sobrevivir con lo estrictamente necesario. Ciertamente, lo que para alguna gente es la peor pesadilla para sus vacaciones resulta adictivo para muchos otros, entre los que me incluyo. Este año dispongo de poquitos días de vacaciones así que me divido entre una ruta circular por los Pirineos y un congreso de baile en la playa. Habrá mucha actividad, maravillosa compañía y grandes experiencias, pero cero descanso. Ya sabéis que me va la marcha.

Estoy preparando la Porta del Cel, que en catalán significa “la puerta del cielo”, y estoy realmente emocionada, por la ruta en sí pero también por el reto que supone. Nunca he hecho una travesía tan dura y la estoy preparando bien. Estos días estoy recabando toda la información, ya he cerrado la reserva de todos los refugios, reuniendo todo el material necesario, etc. Estos preparativos del viaje hacen que las ganas crezcan de manera increíble. Nunca he hecho una ruta de estas características: las excursiones difíciles nunca han durado más de un día y el Camino de Santiago, pese a ser más largo, tenía una dificultad moderada, lo que lo convierte en un reto es su duración. Aquí, en cambio, se unen dificultad con duración. ¡Me siento como una niña pequeña antes de descubrir un nuevo mundo!


Características generales


Es una travesía circular que habitualmente se hace en cuatro o cinco etapas, incluye el ascenso a la Pica d’Estats, el pico más alto de Cataluña y uno de los más altos de los Pirineos (3.146 m) justo en la frontera entre España y Francia, pasando algunos tramos importantes en el país vecino.

Los paisajes con increíbles y la dificultad bastante elevada si no se está mínimamente en forma y habituado a la montaña: son 65 km y el desnivel acumulado es de 11.000m, siendo necesario el uso de crampones y piolet durante buena parte del año. Como todo, la dificultad es siempre relativa y depende del bagaje y el estado de cada excursionista, pero para mí supone un buen escalón hacia un reto superior.


Algunas de las maravillas de esta ruta son:

·         Ascensión a uno de los picos más altos de la Cordillera Pirenaica, la Pica d’estats.
·         Paso por el lago de Certascan, el lago natural más grande de los Pirineos Catalanes.
·         Noarre, una agrupación de refugios de piedra usados por los pastores, tiene apariencia de pueblo y está en un lugar recóndito apartado de todo.
·         Lagos increíbles como Estanys Blaus o el de Romedo

La ruta se divide normalmente en cinco etapas y pasa por los siguientes puntos:





Principales incentivos


Parajes impresionantes: toda la ruta es de una belleza espectacular, llena de contrastes, totalmente alejada de la civilización.

Poco señalizado: eso implica aprender a leer mapas sin depender excesivamente de las pintadas en el suelo, orientarte por las indicaciones y haber preparado la ruta. La mayor parte del camino tiene pocas indicaciones y la zona francesa no tiene ninguna. Desde la organización recomiendan ir con GPS o alquilar uno, ir con mapa cartográfico y brújula.

Los refugios: son lugares recónditos tan apartados que tienen que abastecerse por helicóptero, llevado por guardas con verdadera vocación alpinista.

La dificultad: algunas de las etapas son largas y duras, se necesita un mínimo de condición física y no es precisamente un paseo llano. La complicación es directamente proporcional a la satisfacción de lograrlo.



Curiosidades



He leído algunas cosas interesantes sobre la región, por ejemplo que durante mucho tiempo fue zona de brujas, hubo muchos juicios contra mujeres acusadas de brujería a lo largo del s. XV y XVI, y muchas de ellas terminaron condenadas. Se usó esta cacería de brujas a ciegas para someter al pueblo y reafirmar el poder feudal de los señores de estas tierras

Hasta que España formó parte de la UE era uno de los principales pasos de contrabandistas, y se pasaba tabaco, licores, animales, etc, tanto hacia Francia como hacia Andorra.

Debido a que es una zona de difícil acceso, la gastronomía tradicional se basa en todos los elementos de la propia tierra y es completamente autosuficiente. Abunda la caza y el ganado, así como muchos productos recolectados del bosque.

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Curso coreográfico vs. curso enfocado al baile social

CURSOS COREOGRÁFICOS, CADA VEZ MÁS POPULARES




Desde siempre me ha fascinado la capacidad de algunas personas para subirse a un escenario y, delante de todo el mundo, ofrecer un espectáculo, entretener y expresar ideas y emociones al público, ya fuera a través de la música, el teatro o la danza. Lo que no me imaginaba era que tardaría tan poco en participar en una coreografía y que iba a ser una experiencia tan intensa.


Es raro ir a una salsoteca que no incluya animaciones, talleres y espectáculos. Algunos son profesionales pero muchos son amateur, y no por ello de menor calidad. Por otro lado, si algo he aprendido es que la importancia no está en la dificultad sino en la ilusión y la capacidad de hacer las cosas lo mejor posible. La gente va para disfrutar y compartir, no para criticar, y las ganas son de animar y apoyar a cualquiera que tenga la valentía de subirse al escenario.

He aprendido y crecido mucho con este curso, y muchas de las cosas no son estrictamente de baile, aunque también: he mejorado la técnica y aprendido mucho sobre expresión corporal, pero también he superado metas, me he conocido mejor, he estrechado lazos con mis compañeras y hemos sentido todo tipo de emociones: compañerismo, risas, esfuerzo, irritación, cansancio, ilusión, miedo y nervios, ridículo y orgullo, agradecimiento, humildad, sacrificio, impotencia a ratos y satisfacción, tolerancia, y un largo etcétera. Durante las clases se aprende muchísimo, pero también cuando hay que tomar la iniciativa en ensayos sin los profesores, en los momentos previos al show, en el trato personal y los momentos fuera de la coreografía. Es verdaderamente emotivo y difícil de describir.

Como llevo poco tiempo bailando, no sé si antes había esta tendencia de los cursos coreográficos: cursillos de las escuelas de baile donde, además de una técnica, se prepara una coreografía que posteriormente se representará en discotecas o congresos. Va más allá del montaje de final de curso y se trata de esforzarse por dar lo mejor de cada uno, normalmente en varias representaciones. No hay escuela o profesor que no esté involucrado en alguno de estos cursos y cada vez conozco más gente que participa en uno (o incluso varios) de estos montajes. Es económicamente rentable para las escuelas y una fuerte motivación para los alumnos, de ahí que estos grupos crezcan como setas, al menos en España.

Podría contar muchas cosas de mi experiencia personal, pero primero quiero hacer una entrada de cómo veo estos cursos. Si ya has bailado en uno de ellos sabrás de qué hablo, y si estás planteándote unirte a alguno puede que te resulte útil.


PRINCIPALES DIFERENCIAS

Como decía

Técnica. En ambos cursos se imparte técnica, pero en los coreográficos muchísimo más depurada. No importa bailar mucho, la clave está en que lo que se haga se vea muy bien: preciso, limpio y uniformado. Además, hay algunas diferencias: en el show todo es más amplio, debe verse grande para que impresione y llegue a los de la última fila, que la atención no decaiga, etc. Obviamente, cuanto mejor bailes en el estilo de show mejor lo harás n el social, y todo lo que aprendas podrás usarlo, pero siempre de otro modo

Expresión. el baile es comunicación, y debe trabajarse la expresión en cualquiera de sus ámbitos. Sin embargo, en el show debemos poner hincapié en esto. Todo es más exagerado, deben evitarse los momentos flojos para que la atención no decaiga, hay que unificar hasta el último detalle con los compañeros. No siempre es sencillo trabajar la presencia escénica y es muy normal al principio sentirse cohibido e incluso ridículo.

Una misma coreografía. Cada maestrillo tiene su librillo, pero no habitual en los cursos para social es aprender una figura por semana o cada dos semanas. Cuantos más recursos, mejor, incluso es esperable que el profesor explique variantes y maneras de aplicar y adaptar los pasos a nuestro estilo. En una coreografía, aunque sea de cajón, hay que machacar una misma secuencia y lograr ir todos a una. Todos igual y siempre lo mismo. Se repite y se perfecciona hasta la saciedad, hasta que nos sepamos la coreo incluso en sueños, hasta que la interioricemos como el caminar.

Compromiso. Es evidente que en el curso coreográfico se aporta mucha más dedicación. Si uno falta a una clase, puede perderse cosas importantes que le dificulten reincorporarse, pero sobre todo está fastidiando a los compañeros: si se falta continuamente a los ensayos el grupo no puede avanzar y son los compañeros quienes deben ponernos al día, si se causa baja para una actuación hay que modificar las posiciones

Ensayos extra. No basta con las clases, al menos no para la mayoría. Quedar algunas veces, especialmente en la recta final, ver los vídeos para memorizar cuanto antes la secuencia y para autocorregirse. Realmente son horas de dedicación, lo cual se hace encantado cuando hay energía pero cuando flaqueamos, tenemos un mal día o no estamos de acuerdo con algunas cosas que se hacen ni en el modo, pero cuando vienen momentos difíciles comienza la cuesta arriba. Ahí es cuando hay que sacar toda nuestra tolerancia, respirar hondo y comprender que también esto forma parte del aprendizaje.

La importancia del grupo. Este es el tema clave. No solamente se va para aprender individualmente sino para formar parte de un grupo. Ni podemos dar nuestra opinión siempre, porque a veces esto es un gallinero, ni podemos adaptar las cosas a como las hacemos nosotros o nos resulta más cómoda. Hay que respetar las decisiones del grupo, ser disciplinados y comprender que lo importante es que se trabaje y se vea bien en conjunto, no hay estrellitas. También es necesario implicarse a la hora de aportar y recibir críticas constructivas. La humildad y la participación activa son fundamentales para que funcione.

Pareja de baile. Se necesita tolerancia y compenetración, hay que pasar muchas horas juntos y lograr una meta común, que parezca que son una misma persona dividida en dos cuerpos. Lo que le ocurra a una, le afecta a la otra. Se necesita incluso más confianza que con el grupo general, y al final se establecen muchos paralelismos con una pareja sentimental. Encontrar (o que te asignen) a la persona adecuada puede clave a la hora de que funcione, pero también es algo que debe construirse y trabajarse. No lo he experimentado todavía ya que viendo el resultado de algunas personas preferí participar solo en un grupo femenino, pero me encantaría probarlo.

La dificultad es mayor. Cambios de posiciones, acrobacias, todo tan vistoso como sea posible, esa es la gracia de trabajar tanto tiempo en una misma secuencia. Tenemos que esforzarnos pero también estaremos mucho más motivados. La buena noticia es que, como la idea es mostrar una cara digna, si algo no sale bien siempre puede adaptarse a las habilidades generales del grupo. Hay cosas que jamás tendrían sentido en pista porque no pueden improvisarse y por ello es muy improbable que las aprendas si no te las enseñan en un curso así. Vale la pena.

El vestuario. Claro, es parte fundamental del espectáculo. Ayuda a que se vea mejor pero también a meternos en el papel. Bailar tiene una faceta muy teatral, y el attrezzo es básico para darle ese toque mágico al show.

Las emociones. Ya, eso otro tema peliagudo. El roce hace el carió pero con el contacto también saltan chispas. Ni nos llevamos igual de bien con todos ni todo el mundo es compatible de la misma forma. Y eso es un riesgo que siempre se corre: por más que creamos conocer al profesor o a los compañeros, hasta que no nos veamos con el estreno a la vuelta de la esquina, el desgaste de los ensayos, la confianza que nos empuja a ser menos cautos con nuestros modales, las horas acumuladas de pasar tiempo juntos, no sabremos cómo resultará. Con algunas personas estrecharemos lazos increíbles y con otras nos llevaremos a matar, pero lo más normal es que haya momentos de todo tipo. Esto es de lo más duro pero también de lo más entrañable, y nos permitirá conocer a los demás y a nosotros mismos. Al final, no sabrás cómo ha ocurrido pero te verás sintiendo alzos profundos con la gente de tu grupo que no podrás describir

Enfrentarse a los nervios y la timidez. En la pista de baile nadie, porque cada uno está ocupado con su propio baile, pero cuando eres el objeto de la atención general la cosa cambia. Algunas personas tienen serias dificultades para hablar en público o ser el centro de todas las miradas. Bailar en un escenario puede ser realmente una buena terapia de choque, y la mayoría de las personas se sorprende positivamente a la hora de salir y verse en situación. Hay quien tiene nervios desde unos días antes, otros quienes toman conciencia de lo que sucede un poco antes. Una cosa está clara: aunque los nervios no nos dominen, es normal y necesario sentir un mínimo de nervios porque de lo contrario significaría que no nos importa lo que estamos haciendo, y la tensión en su justa medida nos ayuda a hacerlo mejor.

Momentos de camerino
La sensación de estar ante el escenario. Se ha trabajado duro durante meses, la coreo está lista, y el vestuario, parece que podríamos pasarnos la vida entera mejorando pequeños detalles, pero hay que salir y darlo todo. No sabes lo que va a ocurrir, esa es la realidad. Algunos se crecen ante el público, otros se sienten enajenados, todos tiene algún tipo de nervios aunque sea en distinta proporción, pero todo el mundo dice que le pasa rapidísimo, es visto y no visto. Muy difícil de describir pero casi siempre muy satisfactorio. Relajarse antes, tener buena comunicación con los compañeros, tener un momento de complicidad, salir a darlo todo y a disfrutarlo, a compartir con los que hayan venido a verte y agradecerles su atención. Lo demás, solo puede vivirse.

CONCLUSIONES

El coreográfico exige mucho pero aporta todavía más. Es una cuestión de superación personal y aprendizaje humano mucho más allá del baile. El social, en cambio, es un espacio para aprender de forma individual, pensando en uno mismo y esperando flexibilidad. Si se tiene claro qué se quiere,  ambas opciones son fantásticas. Son experiencias muy distintas, y totalmente compatibles. Naturalmente, no se puede empezar la casa por el tejado y es necesario saber bailar un mínimo en social para aventurarse a un coreográfico.

Sinceramente, si no se tiene una situación personal en la que no pueda asumirse un compromiso, es mejor no enfrascarse en una coreografía, por uno mismo y por los compañeros.


Mi experiencia es más que positiva en ambos casos, y agradezco mucho a todos mis profesores pero también a todas mis compañeras con las que estos últimos meses hemos compartido tanto.

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'Asesino' viene de 'hachís' y otras etimologías curiosas






Me fascina todo lo que está relacionado con el lenguaje, y detrás de algunas palabras se esconden curiosidades y anécdotas históricas de lo más interesantes. Las etimologías es una de aquellas partes de la lingüística que puede interesar a más gente, no solamente a los filólogos. No olvidemos que la lengua es algo vivo y cambiante y forma parte de nuestra cultura y nuestra identidad; todos la usamos y participamos de su evolución aunque no todos con el mismo grado de conciencia

Aquí dejo unas pocas palabras cuyo origen me ha llamado la atención, quneue no entro en detalles filológicos para no aburrir, sino que quiero que se algo más divulgativo para saciar la curiosidad o que la uséis para amenizar vuestras clases de lengua. Aquí va mi pequeño granito de arena.

Ser y estar: ¿os habéis fijado en que el verbo ser tiene ciertas similitudes en varios idiomas aunque son lejanos? Se debe a que la mayoría de lenguas que se hablan en Europa (románicas, germanas, eslavas, y muchas otras) tienen como origen común una misma lengua, de la cual solo se tienen indicios, el indoeuropeo. En esa lengua, la forma de la cual deriva el verbo ser significaba “estar sentado”, mientras que se cree que estar proviene de la forma que significaba “estar de pie”. Esto explicaría por qué en castellano normalmente ser expresa atributos más estáticos y estar se emplea muchas veces con cuestiones más activas o transitorias.

Asesino: es de las etimologías más curiosas, y os sorprenderá saber que procede de la misma raíz que hachís, y es que la palabra árabe ḥaššāšīn significa literalmente 'adictos al cáñamo indio', es decir, al hachís. Cuenta la leyenda que el Anciano de la Montaña drogaba a sus sicarios con hachís y les ofercía banquetes, hermosas mujeres y todos los placeres imaginables. Luego les decía que si morían por la causa adecuada irían a ese paraíso en el que todo era placer y bienestar. Estos sicarios resultaban implacables y eran el terror de sus víctimas, a las que mataban al grito de ḥaššāšīn, lo cual originó la palabra que todos conocemos.

Carca: proviene de carcunda, que se introdujo en España como apelativo despectivo para los carlistas. A principios del s. XIX,  hubo varias guerras civiles en España en las que se enfrentaban los partidarios de Isabel II y los de Carlos de Borbón. Estos segundos defendían valores mucho más conservadores como el absolutismo, y de ahí que carcunda y carca pasaran a designar a gente con planteamientos anticuados.

Bombón: la repostería francesa es de las mejores, de eso no cabe duda, y parte del léxico gastronómico en español  está formada por galicismos. Esta palabra no es sino resultado de la expresión infantil en francés “bon bon”, que significa “rico rico”. Y es que, ¿a quién le amarga un dulce?

Piropo: si pensáis en otras palabras con la misma raíz, seguro caeréis en la cuenta del origen. Pirómano, pirotecnia, etc, se forman a partir de la palabra griega que significa fuego, y piropo no es otra cosa que ‘palabra encendida’, palabra apasionada. Es bastante poética, lástima que no siempre los piropos consigan serlo también.

Brindis: también una palabra importada, esta vez del alemán, bring dir's y 'yo te lo ofrezco'.

Ojalá: proviene del árabe law šá lláh, y significa “si Dios quiere”.  Por eso, se utiliza para expresar un intenso deseo de que ocurra algo que no depende de nosotros.

Bigote: se cree que podría remontarse al alemán antiguo bei Got 'por Dios'. Carlos I de España se crió en Flandes y hasta que vino a España ni siquiera hablaba nuestro idioma. Parece que se trajo consigo un regimiento de caballeros germanos que gritaban bei got como interjección o juramento mientras atusaban su gran mostacho. Por asociación, la corte española fue adaptando la nueva palabra a la forma y el significado que conocemos ahora.


¿Os ha parecido interesante? Si queréis comentar algo o conocéis alguna otra palabra cuya etimología os apetezca compartir, no dudéis en publicar un comentario o escribirme un mensaje privado.

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Roma, è stato un piacere



Qué corto se me han hecho estos días en Roma, pero no era difícil de predecir. Cuelgo estas fotos por no inundar Facebook con mis vacaciones, más por tener un recuerdo y poder compartirlas con amigos que por divulgar un material especial. Ni mis fotos son buenas ni Roma es un lugar recóndito, por lo que Google os mostrará mejor que yo los encantos de la ciudad. Pero son las mías, las que me unen a recuerdos insustituibles. Mis fotos malas, sin Photoshop, estas son las que yo quiero conservar junto con el recuerdo de la experiencia intranferible.

Roma, una asignatura pendiente

No puedo decir que conozca Roma, más bien ha sido una presentación rápida, un contacto fugaz pero suficiente para haberme fascinado y saber que quiero regresar para que nos conozcamos mejor. No haber visitado la capital de Italia era un punto que quería quitar de mi lista negra, del mismo modo que quiero tachar cuanto antes Praga o Lisboa de esta lista de must visit.

Ha sido un vis-a-vis casi relámpago, un fin de semana que, aunque productivo, totalmente insuficiente. Creo
que hasta ahora la ciudad que me había parecido más bella era París. Lo siento, mi nuevo amor es Roma. Ambas tienen en común la concentración de arte, belleza e historia en cada rincón, pero Roma tiene además ese punto decadente, caótico, como si se tratara de una ciudad mosaico hecha de pedacitos dispares pero que en su conjunto resulta única, con muchísima personalidad, y absolutamente encantadora. París es bello pero simétrico y planeado, mientras que Roma es pura espontaneidad, como si el arte, la belleza y la vida cotidiana superponiéndose en un entramado único.


No podía faltar el contratiempo con el avión


Aterrizaba el viernes por la noche y salía el domingo también por la noche, 48 horas para conocer una de las ciudades con más historia de todo el mundo, ¡estaba muy emocionada! Además, iba a quedarme en casa de un amigo al que no veo con demasiada frecuencia, así que el finde se presentaba inmejorable.

Nada más subir al avión y a unos minutos de apagar el móvil, sin embargo, recibo un email de Ryanair diciendo que mi vuelo de regreso. Claro, hubo un incendio en la terminal del aeropuerto de Fiumicino dos días antes y los vuelos no estaban asegurados. Eso me impidió que me relajara completamente ya que hasta última hora no sabía c´mo iba a ir la cosa. Traté de encontrar una solución económica, incluso me planteé pedirme el lunes de vacaciones si eso abarataba el regreso, pero al final tuve que apoquinar. En conjunto, el finde fue genial pese a esta parte agridulce del vuelo, y volví a casa enamorada de la ciudad, con dolor de pies de tanto andar, doscientos euros menos por culpa del incidente del avión y unas ganas terribles de regresar.

Dejándome perder por la ciudad de las maravillas: no he abierto una sola guía


En pocas horas recorrimos prácticamente toda la zona turística, a buen ritmo y bajo un sol de justicia, pero valió la pena. Empezando por Villa Borghese hasta el centro, todas las callejuelas alrededor de la Via del Corso, Plaza de España, Panteón, Fontana Di Trevi (¡qué horror, estaba vacía y en obras!) Plaza Colona Plaza del Pueblo, Coliseo, varias Iglesias, el Trastevere, un preciosopaseo a lo largo del Tíber con sus puentes, la Plaza de San Pedro (sin entrar a visitar el Vaticano) y varias ruinas, entre ellas donde murió Julio César. Lo digo todo en desorden y sin demasiado rigor porque no he abierto ni una sola guía, ni me he acercado a ningún centro de información turística, ni siquiera he recurrido a San Google. Me he dejado llevar por mi guía particular, que además me traducía todo. Caminamos mucho, muchísimo, sin prisa pero sin pausa, y yo me quedaba embobada con cada detalle, lamentando no poder detenerme más. Pero eso también era parte del encanto, dejar que calara en a través de todos los sentidos,improvisando y disfrutando de cada esquina. He revisado algunas webs y me sorprendo al comprovar que ciertamente lo vi casi todo, por encima pero sin dejarme apenas nada. Hasta la madre de mi amigo se quedó impresionada de lo muchísimo que nos cundió y todos los lugares que nos dio tiempo a ver en un solo día. La mañana del domingo la dedicamos a ver algunas cosillas del centro que no habíamos podido ver y sobre todo a ir de compras. Por la tarde visité una zona muy interesante residencial cerca de donde me hospedaba.





Consciente de que Roma no se conoce ni en dos ni en cuatro días, he preferido empaparme sin más de lo que veía, renunciando a visitas en profundidad ni a recabar datos. Ya volveré y haré el guiri como Dios manda, pero esta vez solo quería empaparme del ambiente de las calles, en la medida de lo posible dejarme sorprender por lo que desconocía. Claro, todos hemos visto fotos del Coliseo o visto Vacaciones en Roma, pero muchos de los rincones de la ciudad eran totalmente nuevos para mí.


Siempre cuesta transmitir las impresiones de un viaje, pero Roma es una ciudad realmente intensa y hay que vivirla. Las callecitas, terrazas decoradas con enredaderas y parras, la mezcla de lo nuevo con lo viejo, esos edificios tan encantadoramente desgastados, las fuentecitas, la aglomeración de siglos y milenios de historia en una sola esquina, no se pueden describir. El carácter de nuestros primos hermanos los italianos entre hospitalario y cínico, siempre divertidos hasta cuando se quejan, el bullicio del centro, entre lo auténtico y el escaparate al turista, el arte en cada esquina. Qué decir de la comida, pese a que apenas he tenido tiempo de degustarla: los increíbles helados, la pasta deliciosa aunque lo que ellos llaman al dente es muy
dura para el criterio de los españoles (aunque a mí ya me está bien), las pizzas nada parecidas a como las tomamos en España sino con una masa finísima, pocos ingredientes y no siempre con queso, con frecuencia le añaden patatas fritas (sí, sí, sí, esto me dejó en shock).

Han sido unos días de mucho caminar, a todas partes a pie excepto uno de los días en que volvimos en tranvía. Tienen tranvías modernos, pero muchos todavía son como los de antaño, y es un elemento más al túnel del tiempo que es Roma en el que todo puede confluir No habría tomado el metro, ya que me habría perdido muchas cosas, pero tampoco hay muchas opciones ya que solamente tienen dos líneas y llevan veinte años para construir una tercera. El motivo de este retraso es que cada vez que se ponen a excavar dan con hallazgos históricos. Tanto hablar del tráfico caótico y la conducción temeraria, no sé, no me ha parecido para tanto. Quizá es porque yo llevo el caos dentro de mí y allá me encontraba como en casa: lo bueno es que podías cruzar por cualquier parte sin que te pitaran, total, todo el mundo hace lo que le da la gana.

Hacía bastante que no viajaba a un lugar tan turístico y me ha hecho gracia ver que algunas cosas nunca cambian, y que no son distintas a Barcelona: los precios abusivos para turistas, la venta de material de mercadillo, intentar aprovecharse del visitante ingenuo, etc. Por otro lado, me ha sorprendido ver hasta qué punto la tecnología se ha vuelto imprescindible para viajar. Además de otras tonterías, el producto estrella de los vendedores ambulantes eran los palos para selfies y las baterías externas para smartphones. La venta de estos artículos era sin duda la más numerosa y superaba en mucho a cualquier otro tipo de producto.


Gracias infinitas



Bruno, mil gracias por tu paciencia, no solo por hospedarme sino especialmente por llevarme a todas partes y soportar el clima casi veraniego, tener paciencia con mis fotos, levantarte temprano, entradas a tiendas, y soportar mis caprichos durante 48h, responder a mi continua avalancha de preguntas, pero además hacerlo sin quejarte (bueno, solo un poco por el calor). ¡Eres un santo! Y toda tu familia también se portó muy bien haciéndome sentir como en casa, muchas gracias a todos. Tener la oportunidad de estar con gente de allá, con su familia, sus amigos, y sentirse bienvenida es la mejor manera de conocer un lugar, así que gracias de nuevo a todos, por hacer un poco menos guiri mi visita.





He tardado más de treinta años en descubrir esta ciudad tan fabulosa pero seguro que no tardaré tanto en regresar, teniéndola tan cerca, para verla con detenimiento, hacer las visitas de rigor y documentándome. Ya pasada la primera impresión, merece un viaje (o varios) para conocernos mejor. Además, me quedé con las ganas de salir de fiesta y, cómo no, de bailar un poco. Sabiendo que probablemente no los usaría, conservé la esperanza de poder salsear y me llevé los zapatos de baile. Ya tendré ocasión, que parece que en Roma se baila muchísimo, y mi experiencia en congresos es que el nivel de los italianos en baile no está nada nada mal.



Os dejo algunas fotos más, para 











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