¿Por qué haces el Camino?

¿Dónde empezaste a caminar? ¿Cuánto llevas andado hoy y a dónde planeas llegar? ¿Por qué haces el Camino?

Estas son las preguntas más habituales que se hacen los peregrinos entre sí, mucho más frecuentes que cómo te llamas, a qué te dedicas o cuantos años tienes, así cómo mucha de la información que en nuestra vida cotidiana resulta primordial pero  qué aquí puede quedar en un segundo plano, incluso ser irrelevante. Probablemente ignores toda esta información de muchas personas a las que saludas con complicidad o con la que hayas caminado a su lado. Estar en un contexto tan distinto, sin corbatas ni monos de trabajo, alejados de nuestros roles,tenemos la oportunidad de tratar con gente distinta a la de nuestra vida cotidiana sin prejuicios ni más limitaciones que nuestro ánimo y la fluidez de la conversación en sí misma.

Lo habitual es andar solo o en grupos pequeños, al margen de que inicien el viaje en grupos grandes, pero al caminar cada cual sigue su ritmo y escucha lo que le dicta el cuerpo: acelera, descansa, bebe agua, come, busca compañía o refugiate en tus pensamientos.... Y adaptan cada momento en función de estas coordenadas. Se conoce a gente d lo más variopinta, y cada historia es un mundo. Como hay tanto tiempo para hablar, se producen conversaciones de todo tipo y es imposible aburrirse.  Por otro lado, aunque mucha gente viaja sola en estas etapas, eso no significa que no veas pandillas llenas de complicidad y compadreo: si hablas con ellos, puedes sorprenderte al oír que son amigos del Camino, que se conocen desde hace apenas una semana, pero son tantas las horas, las conversaciones y la necesidad de acercamiento que enseguida forman una piña.

Hasta Sarria apenas hay españoles, y en las etapas en las que estoy yo abundan por igual italianos, franceses, estadounidenses, canadienses, coreanos, como españolitos.

Los coreanos vienen en masa porque hace pocos años una escritora publicó una novela sobre el Camino que batió records de ventas y ahora todos quieren vivir la experiencia. Son muy corteses y educados y aunque su inglés resulta incomprensible tienen muchas ganas de conocer gente y se esfuerzan mucho por hacerse entender. Van totalmente cubiertos con pantalón y manga largos y enormes sombreros para evitar el sol (¡para ellos la blancura es belleza y el moreno afea!), es un milagro que no les dé un patatús recorriendo así la meseta castellana... Conocí a Choo y Mr. Lee, que llevaban cada uno entre 25 y 30 kg de peso en la mochila porque no contaban con que en España hubiera arroz y se trajeron la comida de un mes... por si acaso.

Los estadounidenses y canadienses también vienen por un best seller pero  también por cuestiones de fe. Aunque van.en grupps grandes duelen ser muy discretos y educados, vestidod cono boy scouts y sombreros vaqueros. También los hay alternativos pero cuestan más de identificar. Hubo uno que me dijo caminaba para protestar contra las armas químicas en Corea, ya sabéis, un yanki flipado como en las películas. Me quedé con ganas de preguntarle cómo pensaba hacer visible su mensaje o si de verdad creía que en Santiago iba a esperarle el embajador coreano, si pensaba de veras que a alguien le importaban sus llagas y sus insolaciones, pero claro, habría sido algo impertinente.

He conocido una mujer que merece toda mi admiración. La pena es que las barreras lingüísticas entre nosotras impidan una conversación más fluida: ella es de Quebeq, Canadá, y sólo habla francés. Tiene unos cuarenta y cinco años y es la primera vez que sale de su país, la primera vez que coge un avión y se ha venido hasta España, sin hablar mi papa de castellano ni inglés, para hacer el Camino sola. Con un par de ovarios. No sé qué cambios en su vida pueden haber impulsado a alguien a tal aventura, pero me parece toda una hazaña.

Da escalofríos al encontrar cruces conmemorando peregrinos muertos, pero también se debe a mucha imprudencia: voy un señor con todos los síntomas de un ictus que se lo tuvo que llevar una ambulancia. Había tenido ya tres infartos cerebrales y su medicación era incompatible con largas exposiciones al sol. Lo sé, nada mejor para eso que el sol de Palencia en julio y agosto, apuesto a que cualquier médico se lo recomendaría.

Por deporte, conocer gente o recorrer España son algunas de la recibes más típicas, pero sobre todas el abunda la necesidad de un cambio vital y hallar respuestas y paz interior: tener tiempo para pensar y reflexionar, junto con las demás variantes espirituales o de búsqueda crecimiento son las motivaciones más frecuentes. Gente recién aterrizada en el inem y corazones rotos a tutiplén. Gente en busca de respuestas y necesidad de organizar su vida, así como superar el fallecimiento de algún ser querido son también muy frecuentes. Paradójicamente, la fe es la razón que menos se oye, aunque puede ser que algunos católicos prefieran no hablar en términos religiosos si no perciben que aquel que tienen delante está en su misma onda. Hay una señora que camina para pedirle a Dios que cure el cáncer de su hija, pero no es habitual encontrar historias como esta.

Casi todos, incluso los que aparentemente  son más pragmáticos, hablan del Camino como de un ente mágico y espiritual con voluntad caprichosa pero lleno de sabiduría: "el Camino te dará lo que necesites", "esta son las cosas que el Camino nos enseña", "no esperes nada de él pero recibirás cosas que ni te imaginas", "el Camino no tenía esto pensado para ti"; estas son algunas de las frases más light que podemos escuchar a diario. Lo cierto es que uno aprende muchísimo, de uno mismo y de los demás y cada día es una sorpresa, surgen mil situaciones enriquecedoras y es necesario tomar decisiones, afrontar imprevistos y superar retos (tanto mentales como físicos) que aportan un crecimiento personal muy valioso. Sin embargo, desde mi punto de vista, no se necesita ese plan superior ni hay nada sobrenatural para explicarlo. Es más una cuestión de estar receptivo y de saber dejarse llevar por este contexto tan distinto y tan especial con muchos factores distintos, pero comprendo que  resulte tan mágico e inefable que muchos personifiquen todos estos elementos en el Camino.

Como un pueblo, los que vamos a un ritmo parecido nos encontramos intermitentemente a lo largo del recorrido y nos reconocemos, ya sea por haber hablado o solo por cruzarnos en la jornada, cafeterías o albergues. Nos tenemos todos fichados y isaac hay cotilleos. A veces oyes hablar de gente a la que no has conocido pero cuya historia te llega varias veces por distintas personas. Todavía no he tenido ocasión de ver a la familia de alemanes rastafaris que recorren el Camino con sus tres retoños, el más pequeño de unos cinco añitos. Parece ser que los pequeños van también con sus estas y sus mochilas del copón, así que con esta facha se ha vuelto una familia muy popular.

Cada uno se relaciona en la medida de lo que le apetece, y otra cosa no pero buen ambiente y posibilidad de amistad se encuentran a cada paso. Hay mucha gente a la que a recordaré, la vuelva a ver o no.

Share on Google Plus

2 comments:

  1. Es de admirar como después de la larga jornada andando todavía te queden fuerzas para compartir la experiencia con los demás. El camino te enseña a convivir solo contigo y sin ningún extra a los que estamos acostumbrados en el día a día. Eres tu misma en estado puro. Disfruta de tu propia compañía y haz disfrutar a los que durante su camino se cruzan en el tuyo. :)

    ReplyDelete
  2. Que manera más acertada de plasmar las razones por las que alguien se decide a hacer el Camino de Santiago y la manera en la que interactuamos.Lo dice uno que se lo ha hecho dos veces en bicicleta y que ciertas cosas al leerlas se da cuenta que las ha experimentado de refilón. Ahora ya entiendo el porqué de tanto coreano...jeje

    ReplyDelete