¿Quién dijo que segundas partes nunca fueron buenas?

Casi un año de silencio


El año pasado interrumpí repentinamente las publicaciones en el blog porque igual de súbito fue mi abandono del Camino. Por desgracia, me lesioné y tuve que abandonarlo entre lágrimas. Eran de rabia, no de dolor.
Podría haber puesto una entrada de despedida, aunque fuera más tarde, pero no me sentía con ánimo. Ahora que me dispongo a continuar con el Camino me apetece seguir con este cuaderno virtual, que me sirve más de diario que de ventana al mundo. Por supuesto todos sois bienvenidos a acompañarme de nuevo.
He releído algunas entradas y me ha hecho gracia mi cambio de perspectiva ahora que ya tengo otra experiencia, y de hecho en los próximos días publicaré una corrección del equipaje que creo imprescindible. Lo material, sin embargo, solo es una de las cosas que veo de modo distinto.
No fue una lesión grave, solamente una sobrecarga en el tendón de Aquiles derecho debido al sobreesfuerzo, y solamente con reposo y algunas sesiones de fisioterapia, (¡gracias, Nuri, eres una crack!) me recuperé por completo.

Todo deja su huella

Gracias a la lesión, aprendí algunas cosas fundamentales:
1. Mi cuerpo también tiene límites. Ya sé, descubrir con 29 años que una es mortal y que se puede romper es algo cómico, pero más vale tarde que nunca. No estoy acostumbrada a no lograr lo que me propongo y esa experiencia me hizo aceptar sin más las cosas tal cual venían, y aprender a escuchar a mi cuerpo, a darle un respiro, a ser indulgente.
2. No llegar hasta el final no es ningún drama. De hecho, este año no lo retomo donde lo dejé, ni siquiera me propongo llegar a Santiago. Comienzo en los Pirineos y quiero llegar hasta León, porque es lo que me cuadra por fechas y la zona que quiero recorrer. ¿Y qué si no llego a Santiago? Ya lo haré algún día, no voy a perderme todo lo demás solo por llegar a un punto. Como dijo María, “el Camino siempre vaa estar ahí para ti”.
3. Mi desempeño como peregrina dejaba mucho que desear. No por falta de entrenamiento ni por el equipaje, ni siquiera por el bajo rendimiento. Pero no descansaba ni dormía, no me tomé días de descanso, hacía demasiados kilómetros al día, y todo este agotamiento eso me pasó factura. Tan malo es no llegar como pasarse, y mi caso era un ejemplo de exceso. Ya hablaré más en detalle de qué hice bien y qué hice mal.

Algunas de estas cosas pueden parecer una obviedad, pero cuando estás sumergido en la dinámica de ir a por más, cuando te obsesiona la idea de llegar, surge un tipo de enajenación. Y porque desde fuera todo parece muy sencillo, pero a ver qué hacemos cada uno de nosotros cuando nos plantamos delante del espejo…


Lo dicho, espero aprender de lo sucedido y que esta vez todo vaya de otro modo.


El hombre nunca se baña dos veces en el mismo río...


Porque ni el hombre ni el río son el mismo, dice Heráclito. Eso es lo que siento ahora No es una repetición sino una continuación. No es lineal, porque la consecutividad es una ilusión. Ni es a continuación en el tiempo ni en el espacio, pero sí en mi experiencia, en mi momento vital.

Me gusta este poema de Borges, en que cita al filósofo griego y lo interpreta a su manera. Afortunadamente yo no siento esa pesadez vital que transmite Borges, pero sí esa fatalidad (en el sentido de inexorable, inevitable) de seguir con la búsqueda y con el Camino, aunque se esté viejo y ciego.

Somos el río que invocaste, Heráclito.
Somos el tiempo. Su intangible curso
acarrea leones y montañas,
llorado amor, ceniza del deleite,
insidiosa esperanza interminable,
vastos nombres de imperios que son polvo,
hexámetros del griego y del romano,
lóbrego un mar bajo el poder del alba,
el sueño, ese pregusto de la muerte,
las armas y el guerrero, monumentos,
las dos caras de Jano que se ignoran,
los laberintos de marfil que urden
las piezas de ajedrez en el tablero,
la roja mano de Macbeth que puede
ensangrentar los mares, la secreta
labor de los relojes en la sombra,
un incesante espejo que se mira
en otro espejo y nadie para verlos,
láminas en acero, letra gótica,
una barra de azufre en un armario,
pesadas campanadas del insomnio,
auroras, ponientes y crepúsculos,
ecos, resaca, arena, liquen, sueños.


Otra cosa no soy que esas imágenes
que baraja el azar y nombra el tedio.
Con ellas, aunque ciego y quebrantado,
he de labrar el verso incorruptible
y (es mi deber) salvarme.


                                  Jorge Luis Borges
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1 comment:

  1. Será un placer leerte y que nos cuentes tus experiencias, consejos y reflexiones en este Camino de Santiago 2° parte. Seguro que te irá genial

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