Lyon











Inicio un poco accidentado


El viaje en Blablacar comenzó de un modo algo surrealista. Me costó Dios y ayuda contactar con el conductor para concretar hora y lugar en Barcelona. Salía desde Almería y tenía que pasar en Barcelona para recogernos a mí y a otro chico, y debíamos encontrarnos sobre la una de la madrugada en Sants. No hablaba ni papa de español, pero me escribía (deduzco que usando un traductor online) diciendo que cuando llegara otro pasajero que hablaba español me llamarían.

Cuando me llamó el chico en cuestión me quedé bastante desconcertada al decirme que los tipos con los que viajaba no le daban ningún buen rollo y que no permitiría que su hermana o su novia viajaran en estas condiciones. Parece que eran tres chicos de Argelia, primos entre sí, según él apestaban y paraban cada dos horas para rezar. Me entró el miedo, claro está, pero me sentía un poco vendida porque no veía el modo de irme a chamonix si a ultima hora decidía no subirme con ellos. Volví a llamarlo al cabo del rato y, charlando con él, llegué a la conclusión de que podía estar exagerando. Parecía un poco conservador y me di el margen de pensar que a lo mejor no había para tanto. Incluso él se arrepintió de haber sido tan tajante con su juicio, porque al cabo del rato me escribió intentando suavizar  las palabras que había dicho hacia un rato. Tomé la decisión de presentarme ahí  y dejarme llevar por mi intuición al verlos.

Llegaron dos horas tarde y cuando los vi aluciné. Era la típica furgoneta cargada hasta los topes, con la baca llena y venían desde Argelia con la casa a cuestas. ¿Quién no ha visto coches así, especialmente viajando por Andalucía, con familias que atraviesan Europa para ir a sus países de origen? Lo que nunca imaginé es que terminaría viajando en uno de ellos.



Cargando la baca 
Cuando los conocí no me causaron ninguna mala impresión. Eran jovencillos y no iban mal vestidos, por suerte no olían mal y se mostraron muy amables conmigo, el coche estaba limpio, abarrotado pero bien, y dieron por sentado que yo viajaría en el asiento de delante. Me dieron una manta, cojines (todo con olor a suavizante recién lavado) fruta y almendras y se desvivieron en atenciones. No eran babosos y no parecía que tuvieran maldad, al contrario, eran extremadamente considerados y amables, me trataron como a una princesita. Lo que sí era cierto de todo lo que me había dicho el chico (que se había bajado antes y no viajaba con nosotros) es que iban terriblemente despacio y que paraban cada dos por tres a rezar. Íbamos los tres primos, un chico suizo estudiante erasmus y yo.

Aquello era una Torre de Babel sobre ruedas: dos de ellos hablaban muy mal inglés y otro solo árabe, sabían palabras sueltas en español y yo algunas en francés. Nos entendíamos con su ingles rudimentario, gestos y onomatopeyas, y además con la ayuda del chico suizo que de vez en cuando traducía al francés, y ellos a su vez lo decían en árabe para que el chico más jovencillo se enterase. La conversación fue muy interesante y estuvimos hablando de todo tipo de cosas: desde asuntos triviales a temas de religión, me contaron muchas cosas del islam que no sabía y la conversación era suficientemente constructiva como para hacerles preguntas y dar mi opinión sobre aspectos delicados, como el papel de la mujer en el Islam. No estaba de acuerdo con muchas de las cosas que decían y dudo que pudiera convivir con ellos en una amistad continuada  pero como compañeros de viaje fueron perfectos. Traían frutos secos, unas pastas caseras riquísimas y los dátiles mas ricos que he comido en mi vida. Todo lo compartían y eran más que amables, extremadamente delicados. Me alegro mucho de haberlos conocidos compartido aquellas horas con ellos. Lo único que extrañé era no poder poner música, ya que uno de ellos era especialmente rígido en temas de religión: ni musica ni contacto físico con mujeres ajenas a su familia, lo que implica que al despedirse de mí no quiso ni darme la mano, pero eso no quita que fuera igualmente cortés y simpático, se preocupara por que estuviera cómodo y me diera conversación y se interesara por el intercambio de puntos de vista más allá de temas superficiales. Se  preocuparon mucho por mí cuando me dejaron en Lyon con el chico de couchsurfing con el que me hospedaron y se ofrecieron a llevarnos en coche donde hiciera falta, ir a cenar todos, e incluso me ofrecieron que durmiera en su casa. Disfruté de todo lo bueno que había oído de la hospitalidadárabes. 

Una sorpresa muy agradable fue despertarme y ver que nos habíamos detenido a descansar, y ver amanecer desde el mar de un modo tan espectacular:


Lyon


Una vez en Lyon y ya instalada en casa de mi anfitrión, fuimos a recorrer la ciudad. Este chico, de origen checo pero criado en Francia, solo lleva dos semanas en Lyon porque acaba de mudarse al haber encontrado trabajo allí, así que conocer los lugares turísticos era una experiencia nueva para ambos. Conocer a este chico que me alojaba ha sido otra de las gratas sorpresas hasta el momento, pero a diferencia de los acompañantes en blablacar de él sí espero algo más que una simple coincidencia pintoresca,  ya que me ha parecido una gran persona cuya amistad merece la pena conservar. Es un viajero empedernido y acaba de regresar de estar un año y pico viajando por Asia haciendo autoestop. Las anécdotas que cuenta son dignas de un guión cinematográfico y las fotos que tiene son fantásticas; tengo unas ganas locas de echarle un vistazo a su blog.


No sabia que Lyon fuera tan ciudad, me la imaginaba más provinciana, pero parece que es la segunda ciudad más grande de Francia, solo superada por París. El centro está muy buen conservado y es muy cuco, con una parte renacentista muy interesante. Toda la cuidad se ha construido a las orillas de un río muy ancho que puede cruzarse por varios puentes. Hay una colina coronada con una iglesia preciosa y desde ahí se pueden admirar unas vistas increíbles de toda la ciudad.


Me gustó especialmente el anfiteatro romano, enorme y muy bien conservado. Parece que con frecuencia se dan conciertos ahí, y además de buena acústica urbe unas vistas sorprendentes de toda la ciudad ya que se encuentra en un punto algo elevado.









El segundo día fuimos a un mercadillo y un mercado tradicional, para luego ir a un parque enorme muy bonito. Es una pena que lloviera y tuviera que ir con  chubasquero la mayor parte del tiempo. Luego fuimos a tomar algo pero, al ser domingo, nos costó horrores encontrar un lugar abierto como el que quería. Mi antojo no era nada del otro mundo: quería un bar donde degustar alguna cerveza local, pero todo estaba cerrado. Solo encontrábamos lugares de comida rápida, sushi barato y kebabs. Finalmente, después de más de una hora y un par de intentos fallidos, hallamos el lugar adecuado, y valió la pena porque estaba la mar de rica. Así como me ha parecido que los supermercados tienen unos precios muy similares a Barcelona, los bares son notablemente más caros: una cerveza cuesta entre tres y cuatro euros, qué locura.




Próxima estación, Chamonix


Luego solo he tenido tiempo de dirigirme al punto de encuentro con la chica que me lleva a Chamonix. Parece muy maja y tranquila, igual que los dos chicos que van detrás. Llevo varios días de mucho tute, por lo que agradezco que el ambiente del coche sea más bien sosegado y vayamos caso todo el tiempo callados, porque así tengo tiempo de descansar y escribir estas líneas.

Llueve con tanta fuerza que parece que vacíen cubos desde el cielo, qué pereza. Aún así el paisaje es precioso y las montañas impresionan, es una pena que con mi cámara no pueda sacar buenas fotos. En una hora llegaré a casa de mi hermanita, qué ganas tengo de verla. Esta noche espero subir esta entrada y en los próximos días buscaré un ratito para contar lo que vea por ahí.

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2 comments:

  1. Libre de prejuicios se viaja mejor. Tu inicio de viaje se merece un documental.

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  2. Es fácil caer en los prejuicios y difícil salir de ellos. Es imposible no tenerlos, ya que cuesta distinguir entre qué conocimientos tienen fundamento y nos sirven en la vida (no se puede empezar desde cero a diario) y cuáles,por el contrario, son un lastre que nos limita y nos hace ser injustos. Fue una bonita experiencia.

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