Vacaciones improvisadas


Chamonix

Estoy a pocas horas de irme de vacaciones y estoy emocionada como una chiquilla, parece que hiciera un siglo que no viajo. Estos son los efectos colaterales de mi nueva vida de oficinista, además de la hiperactividad por culpa de estar tantas horas como un mueble ante un ordenador. Volver a trabajar me hace valorar todavía más las horas que me esperan en los próximos días.

Mi plan inicial era visitar a mi hermanita, que vive en Chamonix, un pueblito encallado en un valle de los Alpes franceses muy cerca de la frontera con Suiza; es un lugar recóndito al pie del Montblanc, y no tiene acceso directo: hay que viajar a Lyon o Ginebra. Buscando la mejor opción, y viendo que todo estaba caro, requiriendo varios medios de transporte por trayecto,decidí hace unos días que iríaprimero a Lyon y aprovecharía para pasar el fin de semana, y después iría a Chamonix.  Pensaba regresar directamente pero la vuelta también se ha complicado, así que me veo obligada a pasar unas horas en Annecy, pero viendo las fotos me alegro de que así sea porue resulta ser una ciudad universitaria preciosa alrededor de un lago de ensueño. Sin pretenderlo, al final el viaje se ha vuelto un tour de lo más interesante.


Viajo sola, comparto coche con Blablacar y me estreno en couchsurfing, ya que en Lyon voy a dormir en Lyon en casa de alguien que ofrece su apartamento para viajeros de esta comunidad. Cierto, voy con presupuesto bajo, pero no es una cuestión de dinero. Me gusta viajar así incluso cuando la diferencia económica no es significativa: renuncio a comodidades pero a cambio tengo margen para improvisar, conocer gente distinta y casi siempre interesante, tener este trato cercano con habitantes del lugar, y ver cosas que se salen del folleto para turistas. El viaje que se me presenta me parece la mejor de las aventuras, aunqeu no sea un lugar lejano ni exótico, y entiendo que este enfoque que para mí es tan emocionante resultara una pesadilla para otras personas.

Sobra decir que colgaré fotos tomadas por mí, ¡estas son solamente de muestra para poneros los dientes largos!


Lyon
Como sabéis, hace poco empecé a trabajar después de un largo periodo sin empleo. Todavía me cuesta describir todo lo que he sentido y aprendido es este tiempo que podríamos llamar sabático, supongo que todavía necesito caminar un poco más lejos, tomar algo más de altura, para apreciar con mejor perspectiva todo lo que ha supuesto y qué huellas ha dejado.

Las palabras tiempo y libertad tienen un nuevo significado para mí desde entonces, y doy gracias a la vida por haber tenido de regalo este año lleno de experiencias nuevas, descubrimientos, retos, pero sobre todo la sensación de ser dueña de mi destino, perder el miedo a tomar decisiones, la tensión e insatisfacción por tratar de contentar a los demás, a ser esclava de sus opiniones y a seguir el guión que otros habían trazado para mi vida; he profundizado en cosas que me apasionan y he aprendido a dejarme llevar, a tomarme la vida de otra manera.

Me apetecía reanudar mi  actividad laboral, pero también sabía que la adaptación no iba a ser sencilla. Volver a tener retos profesionales, disponer de dinero, conocer otros ámbitos, esta es la parte bonita. Soportar los cambios de humor de un jefe además de los propios, tener que ajustarse a unos horarios, reducir mis aficiones y en ocasiones priorizar el trabajo sobre cosas personales, disfrutar del tráfico ciudad en hora punta, esta es la otra cara de la moneda.

Annecy
Al final no ha sido tan dramático, y estoy sorprendida al ver que estoy manteniendo casi todas mis actividades de baile y gimnasio, que no son pocas. Apenas tengo un minuto para detenerme, mi armario es un desastre y tengo toneladas de ropa pendiente de lavar porque no paro en casa más que lo justo, duermo poco,  y voy dando cabezadas en el autobús de puro agotamiento ya que después de una semana en la que todo está medido para no perderme nada, durante el fin de semana hago todo aquello que a diario no me alcanza. El cansancio, momentos de mal humor, algún que otro marrón en el trabajo, son pequeñas cosas que compensan pero en conjunto me siento feliz y orgullosa. Conservo la energía y la motivación, y estoy satisfecha porque siento que mi tiempo es mío, el trabajo solo es un paréntesis que no está tan mal, ya que tampoco es ningún suplicio, pero que cuando salgo empiezo a vivir de verdad, a disfrutar y aprovechar cada minuto. Voy al gimnasio casi cada mañana, y me sorprendo al ver que no solo me levanto motivada y con energía sino que, el día que no entreno, no termino de despertarme. No sé si siempre será así, pero siento que mi motor y mi gasolina se nutren más de la alegría de hacer cosas que me llenan que del descanso y comodidad de la vida sosegada. Prefiero estar agotada físicamente pero con una sonrisa que descansada y mustia.

No hay nada como un viaje para sentir el mundo a tus pies: de repente todo tu tiempo es para ti, para prestar atención a todos los estímulos que te sorprenden, perderte por lugares nuevos, con colores, paisajes distintos a los habituales, gente con distintas costumbres, olores y sabores que nos sorprenden. Entonces conectamos de otro modo con nosotros mismos y aprovechamos cada instante, nos volvemos receptivos a lo que vemos, lo que sentimos, incluso el diálogo interno cambia. Nos despojamos de la rutina y ponemos el  chip de exploradores para volvernos totalmente permeables al entorno: abandonamos el  rumbo fijo que nos mueve en la vida cotidiana y nos permitimos caminar al azar, dejándonos capturar por cualquier detalle que nos llame la atención.

Esto acaba de empezar, prometo continuar.

Uso este espacio como vía de escape a mis pensamientos pero también para que cualquiera de su opinión o cuente su experiencia. Ya sabéis, la sección de comentarios está disponible ;-)


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