Del monte a los viñedos

Moverse a pie cambia la perspectiva de todo. La distancia, el tiempo, los paisajes... cada paso cuenta y se suma al cansancio y a la satisfacción. Todo es más lento y reposado, lo cual nos permite apreciar otros matices. Vivimos acostumbrados a la rapidez de los transportes, de Internet, a la ansiedad de los trabajos y el desenfreno general de nuestro ritmo de vida, pero en el Camino todo adquiere otra cadencia.

Una de las ventajas de recorrer el país a pie es la conciencian que se adquiere de los cambios de paisaje, nada que ver con moverse por cualquier otro medio. Los lugares dejan de ser un mosaico de piezas distintas para convertirse en un continuo, una línea de color que va cambiando gradualmente como en una escala de colores. Las últimas etapas nos han permitido comprobar cómo kilómetro a kilómetro el monte pirenaico se convertía, paulatinamente, en un paisaje de cultivos y viñedos. Las etapas se vuelven menos duras en cuanto al desnivel, pero mucho más áridas y secas, el sol se ha vuelto nuestro tormento. Más que nunca es necesario madrugar para evitar las horas en las que el calor azota con más fuerza y disfrutamos de la llanura que cada vez se acerca más al paisaje castellano, con pocas pendientes pero un clima severo y pueblos muy distanciados unos de otros. Una de cal y otra de arena.

El paisaje y las construcciones han cambiado por completo: las zonas boscosas van escaneando y los montes agrestes se van convirtiendo, poco a poco, en espacios mucho más moldeados por la mano del hombre. Viñedos y campos de trigo, cuyas líneas se ven desde muy lejos como si los hubiera peinado, hacen del horizonte una estampa armoniosa y llena de paz.


Los pueblos son de ensueño y tienen algunos rasgos típicos del norte, pero también veo esa transición hacia los pueblos castellanos, con sus plazas con arcos y soportales. Puente de la Reina, Estella, Los Arcos, Bajera, Santó Domingo de la Calzada, son solamente algunos de los municipios que he tenido la suerte de visitar. Me ha dado pena no conocer más en profundidad Logroño, pero el tiempo que paseé por sus calles me dejó buen sabor de boca y quisiera ir otro fin de semana. Es una ciudad pequeña y coqueta, con rincones cuidados y un centro muy monumental, el ambiente vivaz y alegre. Comparado con Pamplona, resulta muy barata y la gente algo más accesible. Ya dije que en Pamplona todo el mundo fue muy amable y parecía ser gente muy sociable entre sus grupos establecidos, y sabiendo disfruta de la vida, pero veo que en otras zonas de Navarra y lo que he recorrido de La Rioja La gente es incluso más acogedora. Vienen a preguntar, ofrecen au ayuda y se muestran especialmente cálidos. Admito que pocas veces he sentido tanta calidez al visitar lugares como en los últimos tres días.

He percibido una evolución en los peregrinos también, como si se hubieran mimetizado con el espacio que recorren. La mayoría empezaron en Saint Jean o Roncesvalles y en pocos días se han hecho al Camino, casi todos se conocen entre sí y las redes de conexión son como un tejido en el que todo el mundo esta en contacto con los demás de algún modo. Se han ido "profesionalizando" en la dinámica de caminar y están ya muy metidos en su rol de peregrinos. El contacto con los demas es más intenso pero son también más independientes y tienen sus propios objetivos. Muchos de ellos se han enamorado del Camino y hablan de el como si llevarán meses bajo este ritmo de vida. Los albergues parecen, cada vez más, hospitales de guerra y ves que unos se aplican hielo, otros pomadas, observas cojeras (algunas leves y otras no tanto) y pies con todo tipo de heridas, rodilleras, tobilleras y demás parches. Pero es solo físico porque, dejando de lado ciertas excepciones, la degradación física de algunos peregrinos contrasta con su elevada motivación y su determinación por seguir adelante. Ya he dicho que esto engancha, pero ciertas cosas hay que vivirlas para comprenderlas. O más que entenderlas, para aceptarlas, ya que algunas cosas no tienen una base lógica.

Me siento muy bien físicamente de momento: sin llagas ni dolores musculares y con suficiente energía para completar las etapas. Procuro hacer suficientes pausas, dormir más horas que el año pasado y estirar a conciencia al terminar cada etapa. Los primero dias se me carho un poco la espalda porque es la parye que, en compatavion con el resto, te fo menos trabajado, pero debo de haber desarrollado esa zona porque ya no noto nada. Hoy he sentido por primera vez una pequeña molestia en un tobillo y me he reducido el ritmo, tengo la esperanza de que con sensatez y buenos cuidados se pasará sin ir a más. El año pasado era mucho menos consciente del estado de mi cuerpo y solo distinguía entre lo que podía hacer y lo que no. Este año, en cambio, percibo si un sobresfuerzo está siendo perjudicial y qué zonas se ven más castigadas. Me alegra ver que la experiencia no ha caído en saco roto.

Estos últimos días no he escrito demasiado porque he recibido otra visita. Una amiga de Barcelona se ha unido durante unos días al Camino y por disfrutar de su compañía o he tenido tanto tiempo para escribir. Estoy muy orgullosa de ella ya que, habiendo entrenado muy poquito, esta siendo capaz de completar las etapas a muy buen ritmo. Vamos sin prisa pero sin pausa, disfrutando de la buena conversación pero también de ratos de silenciosa compañía, visitando muchos lugares y conociendo gente, lo cierto es que en estos cuatro dias hemos dejado una estela de muy bellos recuerdos y anécdotas graciosas. Irene, gracias por compartir estos días conmigo en el Camino.


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2 comments:

  1. Como ha cambiado el paisaje... La meseta castellana con su solana criminal. Yo la he sufrido hace poco y sé lo que es matar por una sombra. Has hecho unas fotos muy bonitas y tú como siempre con esa preciosa sonrisa. Ya tenía muchas ganas de hacer el Camino a pie, pero siguiendo tu blog dan ganas de ponerse a caminar mañana mismo.

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    1. Muchas gracias, Dani, realmente lo estoy disfrutando. Te animo a que lo hagas, te conozco y sé que el Camino y tú estáis hechos el uno para el otro. Un besazo

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